APÚNTENME UNO MÁS ESTA MEDIANOCHE…

[…23…]

Os debo una nueva entrada de La Utopía… y aquí está, mejor o peor, pero aquí está.


No sé cómo me las apaño, pero cada vez que empiezo a escribir una entrada en el blog, empiezo a escribir con lágrimas en la cara. Supongo que en el fondo escribir para mí es como una "auto-terapia". 

En esta ocasión, las lágrimas están, y junto a mis lágrimas tontas, un álbum de fotos, un marco, una vela encendida y un sobre sin abrir, cuyo destinatario está escrito con una caligrafía que indica que la persona que lo ha escrito es octogenaria, no por la edad, sino por el estilo de sus letras, y porque esa manera de "reciclar" sobres sólo es propia de una persona que conozco…  

Hace días saqué una foto de ese álbum y lleva fuera todo este tiempo. En esa foto salgo yo, y no es que esté especialmente guapa, (sobre todo porque tendría unos diez años, y una apariencia desenfadada…) pero la observo con detenimiento a menudo, y otras veces, cuando paso cerca de ella, le echo una mirada de soslayo, como si cada vez que clavase mis ojos en ella yo fuese capaz de inyectarle vida. Algo que sí es cierto es que, viva o inerte, esta foto guarda cada vez más miradas mías, y más sentimientos… me recuerda a mis peluches, esos pequeños "tesoros" de mi infancia en los que encerré mi cariño, mi fantasía, mi personalidad… Por eso, cada vez que poso en la palma de mi mano esta foto, la siento más pesada, y, sintiéndola cada vez más poderosa, me hace cerrar los ojos de emoción, agachar la cabeza y apretar los dientes, y, en silencio, sentir cómo las lágrimas, calientes, van resbalando. 

Hay alguien conmigo en esa foto. Alguien que pasa su mano por encima de mi hombro, con gesto protector y una medio sonrisa que indica que esa persona no acostumbra a ponerse serio en las fotos, aunque en esta lo parezca. Es este duo que hacemos esa persona y yo el que se me antoja algo sagrado, algo indestructible para mí, algo en lo que creer; es puro amor, amor inocente y medio ignorante, pues, desgraciadamente, sólo una de las personas de la foto era plenamente consciente en ese momento de cuánto era capaz de amar a la otra y de cuánto, por tanto, era capaz de hacer por ella. Obviamente no era yo.

Es tanto lo que significa para mí, que me parte el alma pensar que la imposibilidad de repetir una foto así implica que esa persona, después de haberse ido, ya no está de ninguna manera. Quizá cuando las cosas acaban, se acaban y punto, pero los seres humanos (aquí mi cita obligada de siempre al ser humano…!) necesitamos creer que nuestros recuerdos están vivos, y así, nunca estamos solos. 

Pero la semana pasada una mano invisible volvió a posarse en mi hombro, tras llamarla desesperadamente, pidiéndole ayuda para otra persona, importante para ambas. Es curioso lo mágica que puede llegar a ser la vida cuando el milagro está a punto de producirse, cuando unos pequeños pulmones están a unas pocas horas, minutos o segundos de ser despertados, y cuando unos cuantos pares de ojos están esperando ver por primera vez a alguien a quien ya tienen la sensación de conocer desde hace algún tiempo. En momentos así los vivos nos acordamos de los muertos, y, por qué no, los muertos se acuerdan de los vivos. 

De esta manera, no hago más que pensar en el paso del tiempo y en la creación de nuevas generaciones, nuevas generaciones que podrán escuchar nuestras historias, pero que no podrán comprender del todo bien por qué mirar a esa persona de la foto, tan aparentemente normal, es para mí un motivo para cerrar los ojos y perderme en mis recuerdos, dando rienda suelta a las lágrimas y a la nostalgia… mi pequeña Nora, te prometo que te contaré esas historias, tan pronto como tú seas capaz de entender a la tita más ñoña que tienes. Con lo pequeña que eres, y el espacio tan inmenso que ocupas ya en mi mente… en una semana y dos días te has colocado a la cabeza del top ten de mis pensamientos.

Y mientras digo esto, escuchando el solo de trompa de Moon River, instrumento que nunca pensé capaz de provocarme emoción ("nunca digas de este agua no beberé"…), observo el sobre cerrado, lo cojo e intento descubrir al trasluz qué es lo que contiene. Algún "enreíto", diría la persona remitente. Pero tanto ella como yo sabemos que no es ningún "enreíto". Es algo muy especial, es un sobre de cumpleaños. Bueno, un sobre de postales convertido en un sobre de cumpleaños. Por poca cosa que contenga el sobre, ¿no es mucho más bonita que el contenido la propia emoción que se siente al mirarlo con curiosidad y quedarse con la intriga, obligándote a no abrirlo hasta que lleguen las doce de la noche? Nunca sabré decir con palabras lo que es para mí este remitente… eres mi espejo, "mi libro abierto"…, ya te lo he dicho antes… 

Sin esperarlo, empieza a sonar "24 Rosas" de Diana Navarro. No hay canción que describa mejor la sensación y los sentimientos que me provocan las imágenes que la voz de esta malagueña dibuja en mi mente en esos 4 minutos 34 segundos… 

[Entonces pienso que te fuiste demasiado pronto. Ni siquiera pude enseñarte 
que ya no me da vergüenza cantar delante de la gente].

Amigos, la vida se nos presenta en imágenes, sonidos, olores, sensaciones, al fin y al cabo, sensaciones que se van quedando grabadas, y que van formando nuestro álbum de recuerdos y nuestro catálogo de pensamientos. A veces un viejo recuerdo puede provocar dolor, como cuando hace unos días vi la ficha de Manuel en la clase de electroacústica […], o cuando miro esta foto y siento que el tiempo pasó demasiado rápido, pero tenemos la obligación de sonreír, porque, si estamos recordando, es porque nuestra mente y nuestro cuerpo funcionan, al fin y al cabo, porque estamos vivos, y, sea por el tiempo que sea, es lo que cuenta, porque es lo que tenemos. Y no es poco. 

Doy gracias a la vida por cumplir un año más. Y por tener a gente tan maravillosa conmigo. Sois mi fuente de energía.

Casualmente el iTunes, en su reproducción aleatoria, me pone esta canción… 


Y a ti… cómo desearía haber podido conocerte. 


[…I see you in heaven far away…]





Comentarios

Entradas populares de este blog

A ratos...

Jeroglíficos de cumpleaños.

23 + 30